EL NIÑO Y SU MADRE


-Para que tu nuevo palacio te dé felicidad, cuando lo construyas debes emparedar vivo a un niño judío. Las estrellas lo ordenan -le dijeron los astrólogos al rey.
Pero antes de ser emparedado, el muchachito rogó: -Permíteme hacer tres preguntas sencillas a los astrólogos. Si no saben la respuesta, ¿cómo estar seguros de que interpretaron bien el difícil lenguaje de las estrellas?
El rey dio su permiso y el niño preguntó:
-¿Qué es lo más liviano, lo más dulce y lo más duro del mundo?
Tres días tardaron los astrólogos en hallar la respuesta:
-Lo más liviano es una pluma, lo más dulce es la miel, lo más duro es una piedra.
Eso lo puede responder cualquier tonto -dijo el niño-. De los sabios, esperaba respuestas más profundas. Lo más liviano en el mundo es un niño en brazos de su madre. Lo más dulce del mundo es la leche de la madre para el bebé. Y lo más duro que existe sobre la tierra es, para una madre, saber que su hijo será emparedado.
El rey comprendió. El niño fue devuelto a su madre y los astrólogos tuvieron que abandonar la corte.
(literatura midrásica)